viernes, 20 de noviembre de 2009

Respuesta a "¿Qué será del caso Gürtel?".

Y empiezo este blog inaugurando la etiqueta "Participaciones extrablogueras" incluyendo un comentario a una entrada de "El Periscopio", de dña. Rosa María Artal, una periodista prejubilada de TVE que en su día me llamó la atención. He participado con muchos comentarios, con más o menos acierto, de acuerdo o en desacuerdo, pero siempre desde el respeto y la cortesía, como debería ser. De todas mis participaciones pasadas destaco el siguiente texto, en el que puse mucho énfasis y me impliqué mucho en su redacción, quizá demasiado.

Entrada:

http://rosamariaartal.wordpress.com/2009/10/08/%c2%bfque-sera-del-caso-gurtel/


Mi respuesta:

Es muy desalentador.

Me quitan mi honradez, puesto que esta virtud parte de dos bases: soy honrado en mis tratos con los demás, los demás deben serlo conmigo. Al desaparecer una de las bases, se queda en una caricatura grotesca. O yo soy tonto y ellos muy “listos” (la más común), o yo soy el “listo” y ellos los tontos (la más destructiva).

Me quitan mi moral, mis ideas. Al comulgar con las suyas, con sus proyectos de cómo gobernarán, su tendencia política; o de tener ideas distintas, pero por medio de la dialéctica y la buena fe, me convencen para cambiarlas y apoyarles, el resultado en ambos casos es el mismo: me dejan sin fuerzas para nuevas ideas o para defender con ardor las que antiguamente tenía.

Me quitan mi ilusión: no querer ya formar parte de algo más grande que debería ser sagrado e intocable para todos, pero ya no alcanzo a ver qué es. Lo he perdido de vista desde hace mucho tiempo, y aunque lo vislumbrara ahora, no lo reconocería.

Me quitan mi orgullo. La sensación de vivir en una comunidad sucia, embarrada, chapucera, tercermundista, y agachar la cara ante los que deciden emigrar al extranjero, al no tener apego por lo mío. Algo parecido al patriotismo, pero que nunca he vivido, y que por culpa de la demagogia muchos idiotas lo llaman fascismo.

Me quitan mi optimismo y debilitan mi esperanza de un futuro mejor. Con su ejemplo, los buenos y eficaces que podrían diseñarlo se van o se pervierten, y los malos, ineptos y ladrones se multiplican como setas, tanto los actuales como los que vendrán.

Me quitan mis opciones. Si tanto los de una tendencia política como los de otra roban con todo descaro mientras están en el gobierno o en la oposición, ya no tengo opciones válidas para elegir a quién me dirigirá en sociedad a corto y medio plazo.

Con lo anterior, me quitan mi seguridad: se quedarán los fanáticos, los radicales, los peligrosos que desde siempre se imponen por el miedo, la violencia, la parálisis social, y que seguro vendrán algún día a por mí, aunque ahora hagamos, ellos y yo, como que no van conmigo.

¿Y todo esto vale el que unas pocas personas se dediquen a robar, medrar y vivir a cuerpo de rey a mi costa, sin que nadie capaz le ponga freno…?

El daño provocado por estos personajes es mucho más inmenso que la desaparición de meras cantidades de dinero.

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