viernes, 13 de mayo de 2011

Rapada.

Suelo tener prontos que chocan a la gente de mi alrededor. Pero los que me conocen, al ver las consecuencias, únicamente levantan una ceja, formulan un par de observaciones y siguen con lo suyo.

Uno de esos prontos es demostrar al resto del mundo que estoy mal, que me asquea todo, que mientras estoy así, no cuente conmigo para ningún proyecto, que tratos los menos posibles, desgracias (una forma de negar rotundamente ”gracias” como cortesía, o de mandar a tomar por culo a quien le moleste o ponga alguna objeción). Y esta forma es raparme el pelo yo mismo al uno. La cara ya la tengo avinagrada, y no la puedo controlar; pero el pelo sí. Así que, al desaparecer recientemente uno de los motivos (en realidad el único) por que cuidaba más o menos mi aspecto físico, he retomado este signo de rabia y rechazo, me he metido en el baño, he esgrimido la rapadora que estaba acumulando polvo tras más de un año sin usar, y… adiós pelo. Así me ahorro el peluquero, se formará menos pelusa en mi casa, estaré más fresco y tendré el cuero cabelludo más a la vista, y por lo tanto más sano y limpio. Y al que no le guste, que se vaya a la puta mierda.

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Y mientras esté en este túnel social, seguiré así, rapándome cada dos semanas o así. Sé que es una pescadilla que se muerde la cola, y que probablemente el túnel no tenga salida, nunca veo el final cada vez que entro en uno (el último duró casi tres años), ya que así rehúyo a la gente, pero es que estoy harto. La desesperación y la amargura me hacen tropezar constantemente, y es la gente de mi alrededor la que sufre. Así que con esto, digo sin palabras: “alejaos de mí”.

De hecho, invitaría a los que están hartos a raparse el pelo como señal de protesta, a ver si así formamos una manifestación espontánea de un país al que le falta cada vez menos para convertirse en un campo de concentración selvático, en donde impera la ley del más fuerte, o del más desvergonzado, o del más caradura… Formaríamos los piquetes de “acoso a los que nos toman el pelo”.

3 comentarios:

  1. Mi querido Arturo....sí, se te enfadado, harto, se nota en tus palabras. Y hasta te diría que no me gusta tu rapado, para ver si eras capaz de mandarme a la mierda. Seguro que no.
    Pero no te lo digo porque a mí sí que me gusta. Quizás es porque ya me gusta lo que hay bajo el rapado, tu persona. Cuando eso sucede, qué más da si te rapas, o te dejas melena o te pones un sombrero de vaquero?
    No creo que hagamos de este mundo un mundo mejor por raparnos el pelo así es que yo seguiré dejándome crecer el mío jejeje.
    Un abrazo

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  2. Gracias por tu apoyo, Belkis... no, no te mandaría a la mierda, creo que no tengo estómago para eso, por mucha mala leche acumulada que tenga, todavía hay fuerzas superiores en mí que me contienen: cariño, empatía, comprensión...

    Como idea, sería genial, ¿no...? un numeroso grupo de gente, de todas las edades y ambos sexos, con las cabezas rapadas, gritando: "nos habéis tomado el pelo" "¿qué será lo próximo, mi sangre?", "¿dónde está mi casa, mi trabajo, mi dignidad?", "esto es un aviso: en lo que me vuelva a crecer, quiero mi dignidad de vuelta, si no, iremos a raparos a vosotros", "en el congreso, en el parlamento, en la junta directiva, con los sesos al descubierto", etc.

    Dos abrazos para tí.

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  3. Ciertamente hay motivos para cabrearse, pero también para pensar, para crear algo nuevo entre todos.
    Para pensar es bueno tener la cabeza fresquita.

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