lunes, 7 de septiembre de 2015

Y más café.

Esta vez, mezclado. Un tercio de cazoleta de café tueste natural y el resto descafeinado.

Poco menos que me subo por las paredes al cabo de tres cuartos de hora.

Al principio bien. Una sensación de bienestar, ánimo y ganas de hacer cosas, de cumplir con los proyectos del día, a saber: limpiar, fregar, quitar el polvo, repasar detalles… De hecho, el intenso ejercicio físico que he desarrollado para cumplir con todo eso ha venido a cubrir esa vitalidad extra que me ha despertado el café. Y sí, he subido por paredes… para limpiar a fondo lo que estaba en lo alto.

¿Por qué? Pues porque una ventaja enorme de este nuevo estado de cosas es la de poder recibir visitas y tratarlas como se merecen. No avergonzarme de cómo tengo la casa ni ocultar cosas. Mostrarles todos y cada uno de los recintos y rincones. Detenerme en los detalles que me pregunten, contestando con franqueza e ilusión.

Ventaja que pienso disfrutar en toda su plenitud, y más, si puedo.

Primero mis padres y mi hermano mayor. Hoy han sido mi hermana, su marido y su hija.

Y tengo intención de ir invitando al resto.

No obstante, en cierto momento, me he imaginado cómo sería la visita de… una mujer.

Y al tener esta base bien cubierta, este soporte que durante tantos años me ha faltado, me he sentido bien, con energía, humildad y predisposición.

Pero no sé si era por el café o porque realmente me salía de dentro.

En el fondo no importa. Ya tengo mi casa en condiciones, así que sólo faltaba un empujoncito para echar a rodar la fantasía… y, bueno… ha sido un alud, me costaba elegir sólo una.

Todas partían de que ella entraría con los brazos cruzados en el pecho, hombros encogidos y cara un poco agachada, pero mirada atenta, fijándose en cuanto detalle cayera a su alcance…

Si al cabo de un buen rato de conversación, un poquito de humor, alguna que otra bromita, y la visita de rigor a todos los rincones, consiguiera una leve sonrisa de aprobación, un brillo determinante en sus ojos, mirada fija y abierta… y yo caería a sus pies, poco menos que derretido… “Mi señora”, acertaría a musitar.

Etcétera.

CEb0hPcWoAEv0qN

No hay comentarios:

Publicar un comentario