lunes, 12 de octubre de 2015

Té con canela (del Mercadona)

Tengo la garganta irritada. Puedo mantenerme centrado mientras no trague o tosa. Pero siento desde la campanilla hasta muy al fondo, casi hasta el esófago e incluso más allá… releches, qué me pasa que no puedo ni siquiera acertar con la palabra adecuada… hinchado, hipersensible y adormilado a la vez… Pero cuando me asalta el reflejo asociado de cualquier tipo de espasmo involuntario (tragar, toser, reírme o estornudar) siento como si raspara ahí dentro una lija, o una bola de estropajo duro.
Voy tomando cafés cada pocos días. Solos, con leche, con galletas o a sorbitos sin nada más, con azúcar o sin azúcar, cargados o ligeros (controlando la prensa manual y la cantidad de café molido en la cazoleta), más o menos cafeinados (mezcla en diversas cantidades de tueste natural y descafeinado)… Y cada vez me gusta un poquito más, lo reconozco. Es un ritual que me relaja y me hace sentir en paz mientras dura.

Y claro, en ésas, no puedo evitar imaginarme estar en compañía femenina: ella durmiendo tras una noche especialmente intensa, y yo levantándome y preparándole el café (asumiendo por supuesto que le gusta el café) y entrándolo después en una bandeja, con unas galletas, el tarro de azúcar y algún detalle primoroso, como la servilleta plegada de una forma graciosa y llamativa… (flores, bombones y demás están fuera de la ecuación económica).

Sí, suena feo mencionar la cuestión económica. Pero dada mi situación ídem, esa condición insalvable se me ha metido aceitosamente entre los resquicios de la base de mis fantasías de vaho cotidianas.

La parte negativa del ritual del café es que creo que me he habituado demasiado pronto a sus efectos vivificadores. Ya no siento apenas el empuje que me abocaba a la hiperactividad de antaño. Aunque quizás sea por el control de las dosis en la cazoleta, siempre tirando a la baja con el café tueste natural.

El otro día vi en Mercadona infusiones de té con canela, y me entró curiosidad por probarlo. La canela me gusta (arroz con leche y galletas napolitanas), así que cogí una caja de eso. Pero hoy he comprobado que al tomar el té bien caliente, apreciar el gusto a canela es casi imposible. Quizás sea que en mi estado actual, con la garganta escocida, no huelo apenas nada, ya que influirá en zonas cercanas…

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