viernes, 25 de marzo de 2016

Respuesta a "Yo sí leí 'Mein kampf'", de Arturo Pérez-Reverte.

A continuación copio/pego mi respuesta a una entrada que ha escrito A. Pérez-Reverte en su blog, un análisis más de los infinitos que pululan por ahí sobre la figura e influencias de Adolf Hitler.

Hola, don Arturo:

Empiezo por el final. Dudo mucho que los alemanes de entonces hubieran cambiado su voto aún habiendo leído ese libro, porque las circunstancias mandaban (revanchismo tras derrota de PGM y humillante tratado de Versalles, ruina, paro, hambre, etc.), y esto es algo que se suele olvidar a la hora de buscar culpables individuales del mayor desastre de la historia humana.

Tampoco hay que olvidar que ese hombre, por sí mismo, no hubiera conseguido gran cosa de no ser por los que le auparon, financiando generosamente su partido. De estos tampoco se habla nada, no aparecen en ningún listado asociado a él ni a su partido, porque entonces ya sí sería como para darse de cabezazos contra la pared. Conglomerados empresariales alemanes, británicos, franceses y estadounidenses, que temían la influencia cada vez más relevante del comunismo soviético, cometiendo el grave error de identificarlos con la izquierda europea occidental (alemana, francesa, italiana y española) que fluía por sí misma como reacción lógica contra las crisis sociales que sufrían todos esos países (miseria, hambre, trabajos duros y precarios, corrupción, desidia burocrática y política... vaya, ¿de qué me suena todo esto ahora...?). Así que de tanto que alimentaron al monstruo para aplastar y contener todo eso (el partido y por ende, el líder y todos sus siniestros seguidores ocupando puestos clave), que creció y se volvió contra ellos (vaya, ¿de qué me suena esto también? la misma idea que han llevado a cabo durante estos últimos años en oriente medio).

Así que ya está bien de hiperdemonizar a una figura histórica con nombre, apellido, padre, madre, cara y bigote. Ese hombre, igual que los demás tiranos sanguinarios del siglo pasado, no habría estado allí sin el apoyo de los cientos o miles de personas que conformaron la base de la nefasta pirámide que los auparon a la cima. Si cada vez que se los menciona también se mencionaran quiénes los auparon, nombres de empresas solventes, figuras financieras como Ford o Rotschild, organizaciones sin control como la CIA (en el caso de Pol Pot), etc., creo que otro gallo nos cantaría.

Y sobre el libro en cuestión, bueno... estar encerrado en prisión da tiempo para hacer este tipo de cosas. A unos les da por leer, a otros por trabajar la madera o pintar, a otros por trapichear, a otros por escribir cualquier cosa que se les pase por la cabeza. Es lo que tiene estar entre cuatro paredes todo el día, que se agarra con uñas y dientes a lo que les llena y creen que es el motivo central de su existencia.

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